Renta variable en la Cartera Permanente
Para obtener todo el potencial de la prosperidad con la renta variable necesitamos comprar todo el mercado. No nos sirve una selección arbitraria de acciones que podrían comportarse mal justo cuando más las necesitamos, ni apostar por un sector que creamos superior y luego pueda verse afectado por regulaciones o problemas específicos que solo afecten al mismo. El éxito de nuestra Cartera Permanente depende de que la parte de renta variable (un 25% de nuestros activos totales) extraiga todos los beneficios del mercado de acciones en su conjunto y la mejor forma de conseguirlo es mediante un fondo indexado que invierta en todas ellas.
Es posible que, aunque se comprenda que seleccionando acciones individuales no se puede lograr la suficiente diversificación y seguridad de acierto, se tenga la tentación de confiar en alguien que sí pueda hacerlo, alguien que supuestamente haya demostrado tener buen criterio en el pasado obteniendo más rentabilidad que el conjunto del mercado. Es un error. Numerosos estudios demuestran que en el largo plazo la gestión activa ofrece resultados inferiores a la gestión pasiva (fondos indexados) después de costes; y si se piensa bien es totalmente lógico pues el grueso del mercado lo forman los gestores activos que luchan entre sí por obtener una mayor rentabilidad, ganando unas veces unos y otras otros (y lo que le queda al inversor es el resultado de todo ello después de abonar los costes y comisiones de gestión, es decir la rentabilidad media del mercado menos los costes de intentar batirlo).
Esto no quiere decir que no haya gestores que puedan superar las rentabilidades del mercado, pero las probabilidades de que encontremos uno de ellos son muy bajas. Normalmente, cuando nos fijamos en un buen gestor es porque su historial de rentabilidades es muy bueno, pero eso sólo significa que, por los motivos que sea, lo hizo bien en el pasado. Y es igual de difícil seleccionar a los gestores ganadores del futuro como a las acciones ganadoras, por muy bien que unos u otras se hayan comportada en el pasado; pero en el caso de los gestores es todavía peor porque sus altas comisiones de gestión se comerán sí o sí una parte de la rentabilidad.
Otros requisitos obligatorios y recomendados
Por tanto, el requisito principal para la parte de renta variable de la Cartera Permanente es invertir en todo el mercado, mediante un fondo indexado que no realice selección de acciones ni market timming. De hecho, además de asegurarnos de que así obtenemos la rentabilidad de todo el mercado, es la forma más barata de invertir, dado que sus comisiones son muy inferiores a las de los fondos de gestión activa (y las comisiones tienen un efecto devastador en el largo plazo debido al poder del interés compuesto).
Con un fondo indexado nos aseguramos también de que la parte de renta variable de la Cartera Permanente siempre esté invertida al 100% en renta variable. En cambio, los fondos de gestión activa suelen tener parte en cash o renta fija para aumentar o disminuir la exposición a la renta variable según sean las expectativas del gestor sobre lo que va a hacer el mercado, causando que nuestros porcentajes de los 4 activos de la Cartera Permanente no estén balanceados (y puede que no tengamos la cantidad necesaria de renta variable justo cuando más la necesitamos).
Por otro lado, dentro de los fondos indexados de gestión pasiva hay diferentes índices replicados, debemos elegir el más amplio posible dentro de la economía en la que queremos invertir, para obtener una mayor diversificación. Por ejemplo dentro de la eurozona (la economía en la que debemos invertir si formamos una Cartera Permanente en euros) hay varios índices, pero entre el EURO STOXX 50 que invierte en 50 acciones distintas o el MSCI EMU que lo hace en cerca de 250, es preferible este último.
Además, hay que tener cuidado de no seleccionar un fondo que replique el índice de forma sintética, es decir sin comprar realmente las acciones del índice sino otros valores totalmente distintos, comprometiéndose el emisor a darnos la rentabilidad que obtenga el índice. Esta práctica es habitual en ETFs y supone correr un riesgo innecesario, ya que bajo determinadas circunstancias el emisor podría incumplir sus compromisos y perder nuestra inversión, sin importar lo bien que lo estuvieran haciendo las acciones subyacentes. Por ello, debemos asegurarnos de que la réplica del índice sea física.
Con relación a lo anterior, para disminuir todavía más los riesgos de contraparte sería recomendable utilizar al menos un par de fondos, de gestoras distintas y a través de distintos intermediarios. Esto no aumentará ni disminuirá la rentabilidad de la Cartera Permanente, porque aunque usemos varios fondos su rentabilidad será similar, pero nos proporcionará un extra de seguridad.
Finalmente, los fondos indexados cobran una menor comisión que los fondos de gestión activa y ahorrar costes es fundamental para la salud de nuestra cartera. Pero también existen otro tipo de costes, como pueden ser los que cobran los intermediarios (costes de compra-venta y/o custodia) y sobre todo los fiscales, al vender un fondo con ganancias o al cobrar dividendos. Para reducir estos costes, la opción ideal es utilizar fondos de inversión (no ETFs) ya que no suelen llevar asociados costes de intermediarios y, además, podremos traspasarlos sin tributar por las plusvalías. Por otro lado, sean fondos de inversión o ETFs debemos intentar que no paguen dividendos y en su lugar los reinviertan en el propio fondo sin que tengamos que tributar por ellos.
Un poco de diversificación geográfica no hace daño
Como se ha comentado, hay que comprar el mercado de renta variable de la economía en la que queremos invertir, y esta debe ser la más amplia posible que utilice nuestra divisa (o la divisa en la que queramos formar la Cartera Permanente). Lo habitual es que la divisa elegida sea la que previsiblemente vayamos a utilizar el resto de nuestra vida, es decir la utilizada en nuestro país de residencia, actual y/o futuro. En el caso del euro por tanto compraremos renta fija de corto y largo plazo denominada en euros y la parte de renta variable tiene que estar igualmente denominada en euros (la excepción de la cartera es el oro, ya que por sí mismo puede considerarse una divisa y es imprescindible que se pueda comportar bien en caso de que nuestra moneda se debilite).
La ortodoxia de la Cartera Permanente por tanto indica que la renta variable debe cubrir la Eurozona (el conjunto de países, dentro de la Unión Europea, que comparten un mismo mercado y una misma moneda y donde se ejecuta una política monetaria única), o bien los Estados Unidos si nuestra Cartera Permanente se fija en dólares. En otros casos (libras, francos suizos, yenes, etc.) también se puede formar una Cartera Permanente, pero para que la estrategia funcione bien es necesario que sea una economía lo suficientemente diversificada y con un mínimo de seguridad legal y política.
Ahora bien, un poco más de diversificación geográfica en la renta variable no nos hará daño y podría proporcionarnos además otras ventajas. Siempre y cuando la mayor parte de las acciones de nuestra Cartera Permanente estén expuestas a nuestra zona económica y denominadas en nuestra divisa, algo de renta variable mundial diversificada (resto de Europa, Norte América, Asia-Pacífico y Emergentes) puede ayudarnos frente a un escenario de inflación local que no mueva lo suficiente el precio del oro, o frente a una deflación prolongada a la japonesa.
Sin embargo, si no mantenemos la suficiente renta variable de nuestra zona económica no estaremos lo bastante preparados para la prosperidad y, en general, nuestra Cartera Permanente tendrá una mayor volatilidad.
Resumen y fondos recomendados
- Las acciones incluidas deben tener una exposición mayoritaria a nuestra zona económica y estar denominadas en nuestra divisa.
- Debe buscarse la máxima diversificación posible, idealmente cubriendo todo el mercado mediante un fondo indexado amplio (ej: MSCI EMU), sin limitarnos a determinados sectores o tipos de empresas.
- La inversión tiene que estar al 100% en renta variable, siempre, sin que rote parte de la cartera a renta fija o efectivo.
- La replicación del índice debe ser física, no sintética mediante swaps y otros productos financieros derivados.
- Los costes totales del fondo, medidos por su TER o Total Expense Ratio, deben ser los más bajos posibles (<= 0,5%).
- Debemos intentar reducir también el resto de costes, especialmente los fiscales, para lo cual daremos preferencia a los fondos de inversión frente a los ETF (por poderse traspasar sin tributar por las plusvalías) y a los fondos de acumulación frente a los de distribución (para evitar la retención fiscal).
Ahora mismo, solo hay dos fondos que cumplan todas estas características y que se puedan contratar de forma sencilla en España, son los siguientes:
Pictet-Euroland Index-P EUR (ISIN LU0255980913)
Renta variable Eurozona.
Replica el índice MSCI EMU.
99,9% invertido en renta variable (0,1% de liquidez para la operativa del fondo).
Réplica física (249 componentes).
TER 0,26% (septiembre 2013)
Fondo de inversión de acumulación.
Amundi Funds Index Equity Euro – AE (ISIN LU0389811372)
Renta variable Eurozona.
Replica el índice MSCI EMU.
99,48% invertido en renta variable (a 31/7/13, resto para la operativa del fondo).
Réplica física (244 componentes).
TER 0,42% (diciembre 2012)
Fondo de inversión de acumulación.
Y para los amantes de los ETFs, tampoco hay demasiadas opciones que cumplan todos los requisitos, pero nos quedamos con este:
iShares MSCI EMU UCITS ETF (CSEMU) (ISIN IE00B53QG562)
Renta variable Eurozona.
Replica el índice MSCI EMU.
100% invertido en renta variable
Réplica física (238 componentes).
TER 0,33% (julio 2012)
ETF de acumulación.
Fuente: Cartera Permanente